Mi muerte
Aprendí: que eres parte de mí mismo;
formada con mi ser desde el inicio
y que de nada vale el artificio
de negarte con un paralogismo.
También a compartir, sin fatalismo,
contigo el lapso de este duro oficio
de vivir, que supone el ejercicio
de raras condiciones de estoicismo.
Admito, ya, que no hay antagonismo
entre la vida y tú; y que es ficticio
pensarte como inicuo maleficio
en vez de natural paralelismo.
Tu vida está en la mía. ¡Oh simbolismo!
¿Ocultará tu faz la que codicio?