Vengo, Padre, a Tus plantas prosternado, en actitud serena y recogida, para que oigas del pecho consternado cómo la muerte me arrancó la vida. […]
Me han enseñado a cultivar el suelo feraz de la amistad, desde la infancia, dedicación sin lujo ni arrogancia, alta esperanza de alcanzar un cielo. […]
Pasando la cancel, el patio extenso con sus dos limoneros recibía; y un aroma de azahares se expandía… como de un templo el consagrado incienso. […]
Al despertarme cada día veo enfrente de mi lecho un crucifijo que surge desde el fondo de un prolijo lago de azogue, inmóvil, que sondeo. […]
Ya todos se marcharon; los diversos caminos del destino o de la suerte como antes unidos, hoy dispersos, los hallan por la vida o por la muerte. […]
