Esa inconclusa voz…
Alienante dolor el que en tu oído
quiso volcar, del alma, la ternura,
que un afán extraviado de cordura
si es ofrenda de amor, tiene sentido.
Hollado el corazón, estremecido
en el desierto de su desventura,
del verbo largo en torrentosa anchura
sumió el caudal, que fue sólo gemido.
Tal vez, en la palabra inacabada,
cual un enigma ínsito, concreto,
se halle el saber que la razón no entiende…
Y en el fin de los tiempos, pronunciada,
se revele en mi espíritu el secreto
de esa inconclusa voz que me trasciende.
Noviembre de 1982