Tránsito

No he de morir tan solo de mi muerte
que, de formas asaz imperceptibles,
voy muriendo de todas las posibles
vicisitudes de la propia suerte.

Cuando las mieles de la vida, invierte
el dolor de las horas inflexibles,
más presumen al alma de apacibles
las ignoradas de la paz inerte.

Como seduce al vértigo el abismo,
por un desfiladero infatigable
cruzo en pos de la sombra de mí mismo.

¿Es la senda lineal o inextricable?
¿Es realidad o apenas espejismo
en el sueño de un Dios inescrutable?

Marzo de 1983

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