La camelia
A la luz, que se filtra blanquecina,
del día desvaído que amanece,
su encanto una camelia desfallece
envuelta en su “tutú” de bailarina.
Y ajena, del Poder que determina
los hechos, y las leyes establece,
incólume en su esencia permanece
con una majestad que me fascina.
Trae un llanto de pétalos marchitos
dolor de alejamientos infinitos;
y la agitan visiones entrañables:
de cuando era en plenitud capullo;
del aire tibio y su constante arrullo;
de juegos con la lluvia, inolvidables.
13 de agosto de 1987
Nota del Revisor: intitulado originalmente A una flor, y publicado en El Soneto en la Argentina de Antonio Requeni. El título final es mejor.