Ecce homo…

Este, Señor, que paga con su suerte,
la soledad, la culpa, el desabrigo,
la angustia existencial como castigo
y si aún queda un saldo, con su muerte;

es también ese ser que se convierte
por obra de una Gracia, que bendigo,
en amado y amante, padre, amigo,
corazón generoso y brazo fuerte.

Llevar dentro de sí contradicciones
pareciera el destino señalado
de donde saca el alma hecha jirones.

Y ésta es, ya, penitencia verdadera
tanto, que si le miras apiadado,
no habrá sombras ni noche duradera.

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