Extravío

“… yo soy el camino, y la verdad y la vida;
nadie viene al Padre; sino por mí.”

(Juan 14,6)

Perdóname, Señor, esta torpeza
que mancilla Tu excelsa maestría,
si este fervor con que mi fe te ansía
no acalla lo que turba mi cabeza.

No es por vana arrogancia o ligereza
ni me mueve, tampoco, la osadía
de penetrar la arcana economía
con que dispone el todo Tu grandeza.

Pero sabes, Señor, que tu agudeza,
a la carencia que me desvalía
proveyó con total sabiduría

el ángel que ayudara mi flaqueza.
Si decidiste luego su extrañeza,
¿cómo encontrarte en esta travesía?

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