Fénix

Este anhelo tenaz, fuerza inconsciente
que acomoda las horas en que vivo,
quizá sea el alivio compasivo
que concede el castigo al penitente.

Pero puede, también, que en el ardiente
impulso del delirio irreflexivo
se halle el rumbo que va hasta el fugitivo
amor, arrebatado turbiamente.

Si procuro encontrar una certeza,
la fantasía que mis sueños urde
con la infranqueable realidad tropieza.

Y… cuando al fin, la decepción me alcanza,
más allá del agobio que me aturde
vuelve a surgir un soplo de esperanza.

Agosto de 1984

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