Introspección

Vivo, vueltos los ojos hacia adentro
de la oscura conciencia indescifrable
y, con obstinación infatigable,
en despejar sus brumas me concentro.

Cuando así lo consigo, allá en el centro
de una constelación inalterable,
de la diáfana estrella incomparable
las ansias de mi ser, van al encuentro.

Gracia, o quizá limosna de consuelos
gozar el beneficio de dos cielos;
uno por cima y otro por abismo.

Y si al primero cubre la tiniebla,
recordando…, mi amor de galas puebla
aquél que está en el fondo de mí mismo.

0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *