Obstinación
No encontraré ya paz; ni acaso donde
restañar los rigores de una lucha
que pregunta a un oído que no escucha
o que aguarda una voz que no responde.
Será, tal vez, inútil que se ahonde
la herida de esta pena que ya es mucha,
buscando develar cuanto la ducha
disposición del Hacedor esconde.
Pero mi amor, ajeno a las razones,
abrasado en la hoguera del suplicio
renace en las cenizas de su anhelo
y, con desprecio de las desazones,
se obstina en procurar el beneficio
que le permita conmover al Cielo.
Julio de 1983