Reencuentro
Con el rigor del filo de una espada
un cansancio de siglos me atraviesa,
y sé de la derrota que, inconfesa,
me postra al concluir cada jornada.
Duelo entre lo absoluto y cuanto a cada
instante los sentidos embelesa;
un delirio inconsciente que no cesa
y una voz que amenaza: ¡Nada…, nada!
Como surgida, a veces, desde un sueño,
una imagen recorta su silueta
y me parece ser su propio dueño…
Y allá, donde se cruzan los caminos,
aguardando ha de estar el alma inquieta
a que se encuentren todos mis destinos.