Sed

Y díjole la Voz al caminante:
“— Si saciaste tu sed en el camino,
no cometas el torpe desatino
de ocultar la vertiente, en ese instante.

Acuérdate de aquel, que yendo errante
bendecirá tu celo paladino
si de sus menesteres, adivino,
te adelantas con genio vigilante.”

Yo abrevé en esta fuente fulgurante,
y me asomé a su espejo cristalino,
que devolvióme en puro remolino

la imagen de Su imagen dominante.
Ahora te cedo el turno, bimandante,
para calmar tu sed de peregrino.

0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *