A mi infancia

Dulce época feliz. Dichosa infancia.
Blasón inmaculado de pureza,
blanco capullo, exhalas tu fragancia
entre recuerdos plenos de tibieza.

No comprendo el porqué de la tristeza
que me embarga, al traer de la distancia
esos ecos, soberbios en belleza,
que conservan tan grata resonancia.

Ante la evocación, mi alma se inclina,
se agiganta, se nutre en sus facetas,
como águila que reina de la cima

sustento va a buscar a la meseta.
¡Oh! del destino grave desaliño,
hacernos hombres, si seguimos niños.


Nota del Revisor: encuentro este soneto moderno más que curioso: mi padre hablaba muy poco de su niñez porque había sido mayormente triste. ¿Verla en retrospectiva como dichosa?, y quizás en el recuerdo de lo triste llega a entenderse el “porqué de la tristeza”. Pienso que el poema surgió del poeta en estado de exaltación.
Pertenece obviamente a la poesía temprana de mi padre. A sus 24 años su visión de la vida era más luminosa y esperanzada.

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