Quimeras

Echado cara al sol, azul intenso
el cielo se descubre ante mis ojos,
y sorteando del cuerpo los cerrojos
me abandono a la brisa en blando ascenso.

Ya desasido, y en el goce inmenso
de subir y flotar a mis antojos,
de la vida, del mundo y sus despojos,
con quimeras de niño me compenso.

Recuerdo que mi madre, en las alturas
me enseñaba a buscar con firme celo
el dulce alivio a nuestras desventuras.

Cumplido mi destino de errabundo
sus vastedades colmarán mi anhelo:
sus claridades, mi ignorar profundo.


Nota del Revisor: el primer terceto se refiere a la educación religiosa, el segundo define el alivio que presume en el más allá, con la esperanza de que lo que le enseñaron sea verdad: tras la muerte, el Universo otorgará grandeza y sabiduría. Es interesante notar que la versión definitiva es asertiva; en cambio la versión original en borrador planteaba el interrogante de si ese más allá cumpliría la promesa.

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