Quisiera oír tu voz…

Quisiera oír tu voz, como en aquellos
instantes fugitivos, deleitosos,
cuando mis brazos te ceñían dichosos
rozando con mis labios tus cabellos.

En éxtasis tan hondo, los destellos
de presagiados días angustiosos
tornabas en fulgores animosos
por la mirada de tus ojos bellos.

Tus afanes colgábanse a mi cuello;
juntabas a la mía tu mejilla
procurando alejar la pesadilla

que el alma atribulaba sin resuello.
¡Pobre y humano amor, que en su atropello,
olvidaba el destino que lo humilla!

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